sábado, 1 de agosto de 2009

No se si fui claro


Dijo hoy el "compañero" Biolcatti: "Cuando el campo dice Patria, anhela la época en que fue el granero del mundo".
Mi querida vieja solía decir: “mas claro, echale agua”.

1 comentario:

  1. Pero en la época que éramos granero del mundo, la mayoría pasaba hambre y necesidades varias, mientras había una minoría que vivía en la abundancia: eran las épocas en que los campèsinos viajaban a Francia en barco, con la vaca viva y gallinas, para tener leche y huevos frescos. Era la época de las construcciones de los palacios más suntuosos que se edificaron en Buenos Aires:
    - el Ortiz Basualdo, actual embajada francesa,
    - el palacio Pereda, en plazoleta Carlos Pelegrini, hoy embajada de Brasil,
    - el palacio de Federico de Alvear, en la avda Libertador, actual embajada de Italia,
    - el palacio Errázuris, una réplica de Versalles, actual Museo de Arte decorativo,
    - el palacio Anchorena, hoy sede de la Cancillería,
    - el palacio Paz, en Plaza San Martín, inspirado en el Louvre de París, que costó 4.500.000 en 1908, cuando el sueldo de un obrero no llegaba a $ 100 por mes; hoy es sede del Círculo Militar.
    Nos decíamos "granero del mundo" pero en 1903, el 46% de los jóvenes convocados para hacer el primer servicio militar obligatorio, no reunía las condiciones de talla y peso mínimos para su incorporación a las fuerzas armadas y evidenciaban claros síntomas de desnutrición y huellas de enfermedades sociales evitables.

    Los asalariados de entonces:
    - Peones y obreros vivían en la indigencia, o trabajaban por menos de un plato de comida.
    - Jornadas de trabajo de sol a sol, sin ropa adecuada, sin alimento suficiente, sin condiciones mínimas de seguridad, ni higiénicas.
    - Pago en mercaderías, y en el mejor de los casos, en vales, que se usaban solamente en el negocio del empleador.
    - Trabajo infantil, o de toda la familia, sin paga extra.

    Los terratenientes de entonces estaban muy conformes con su manera de ganarse la vida. En la medida en que sus riquezas pasaron de ser abundantes a fabulosas, nuestra oligarquía fue abandonando la sencillez campestre y se dedicó al lujo más desenfrenado. Entonces no invirtieron, no se modernizaron, no industrializaron sus productos, lo cual hubiera podido transformar a nuestro País en una potencia. Nuestro productores rurales cobraban las exportaciones en libras o en oro, y les pagaban a sus empleados y a sus proveedores nativos en pesos, generalmente devaluados. Cuanto menos valiera la moneda nacional, más ganaban ellos.
    Te mando saludos

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