miércoles, 8 de julio de 2009

Errores I: La Soberbia


Durante la primera presidencia de Néstor y Cristina, en la que les toco sacar a un país del infierno y a punto de la disolución social, casi sin capital político y con casi inexistentes acuerdos con los barones del conurbano, la tozudez y la casi nula discusión acerca de las iniciativas de gobierno con el resto de la dirigencia peronista; fueron virtudes que a partir de los resultados obtenidos encolumnaron silenciosamente a la sociedad tras las figuras del matrimonio presidencial.
En esta etapa, paradójicamente fue la de mas “consenso” con el radicalismo en algunas leyes fundamentales como la de educación, por ejemplo.
A medida que se pasaba del infierno al purgatorio, el modelo económico beneficiaba en primera instancia a la clase media, que trasladaba este beneficio a los sectores de clase media pauperizados y a la clase baja laboralmente mas calificada.
Una vez consolidado el beneficio de los sectores medios y laborales calificados, y llegado el tiempo de ensanchar la base de beneficios a los sectores de menores recursos, en otras palabras, profundizar el modelo; aparecieron los nuevos reclamos de los sectores medios de mayor calidad institucional y diálogo.
Ya la “virtud” de no escuchar a nadie, tan útil a la hora de manejar las variables económicas y de nadar contra la corriente en cuestiones centrales como la renegociación de la deuda y tantas otras cosas, se convirtió en un pecado.
Es una cuestión natural del ser humano, quien tiene sus necesidades básicas solucionadas empieza a sentir otras necesidades menos básicas, esta es la herida que comenzó a abrirse en el proyecto K y que hábilmente el poder establecido se encargo de salar y agrandar.
Este fue el gran error de la pareja presidencial, no advertir el cambio de humor o advertirlo y desestimarlo.
El gobierno perdía apoyo en grandes sectores de la clase media beneficiada por el modelo y no terminaba de incorporar a los beneficios plenos a los sectores sociales mayoritarios de la población.
Llegaba el momento de frenar la marcha para no perder mas gente o de acelerar y repartir abruptamente la riqueza para favorecer a aquellos que mantendrían los votos necesarios para la continuidad del proyecto.
No se hizo ni una cosa ni la otra y sangramos por el medio y por debajo de la pirámide social.
Desde el punto de vista práctico, hoy es imposible acelerar la marcha.
El gobierno debe abrir la cabeza y escuchar sinceramente a muchos sectores políticos, que de ninguna manera son enemigos a la hora de acordar los grandes temas nacionales.
La soberbia peronista, una vez mas nos jugo una mala pasada.
Y cuidado que no estoy hablando solamente de dirigentes, todos hemos alimentado y practicado esta soberbia.
Hay que cambiar de actitud, solos no vamos a llegar a nada.

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