
Aquí estoy, nuevamente frente al la PC continuando con esta nueva costumbre de exponer mis ideas en la web.
La verdad es que no encontraba mucho acerca de que reflexionar desde el punto de vista político, en la etapa de cierre de listas para el 28/6; eso y la eterna falta de tiempo pero aquí estoy maltratando nuevamente el teclado.
Debo confesar que el panorama me aparecía bastante sombrío hasta el acto de la CGT en la Avenida 9 de Julio. No se porque, pero el hecho de volver a ver una gran manifestación, con el orden y la contundencia que se mostró me hizo sentir que las cosas se habían acomodado un poco y que el gigante había empezado a despertar lentamente. Mas allá de los aparatos y las billeteras nadie mueve tanta gente si no hay apoyo popular detrás, en caso de dudas pregúntenle al “compañero” Barrionuevo.
No debo haber sido yo solo el que percibió eso, porque casi a partir de ese momento los discursos mediáticos cambiaron sutilmente.
A mi entender, este acto y la paulatina “limpieza” de “peronistas” de las listas del Coloradito, definió prematuramente la interna peronista del 28/6. El “peronismo” con todo lo que significa desde el aparato y los símbolos se acomodaba en un solo lado, al menos mayoritariamente.
Así las cosas, concurrí al acto de lanzamiento en el Teatro Argentino de La Plata con brios renovados. La amable invitación del ingeniero Sbariggi a compartirlo con otros compañeros y compañeras de la peronósfera me hizo experimentar viejas y nuevas sensaciones.
De las viejas, el orgullo de volver a cantar la marcha con los dedos en “V” y algunas otras consignas de la “JP”, que siendo honesto, ya no me corresponden por edad.
De las nuevas, observar a otra generación de militantes ingresar a esta experiencia de participar en el peronismo y el gran contraste entre su “experiencia” y la mía, evidenciada durante la grata charla que mantuvimos asado y vinito de por medio.
No me refiero solo a la cantidad de años sino también a la diferencia de visiones y vivencias que uno acumula.
Esto me llevo a pensar qué significa ser un militante del peronismo mas allá de las diferencias históricas y generacionales que existe entre todos nosotros. ¿Es posible establecer un vínculo común entre todos nosotros que no sean los elementos litúrgicos comunes? ¿Que nos une a juntarnos personas de tan variada edad y de realidades tan distintas?
Hagamos un análisis de situación. En primer lugar, los medios muy hábilmente usan como sinónimos a peronismo y PJ, haciendo especial hincapié en que existe más de un peronismo y que cada peronismo lleva el sello de su caudillo. Así, solo se tiene un ramillete de personalismos con un único lugar común que es la marcha y las fotos de Perón y Evita.
Desde esta visión, el peronismo no es el movimiento que incorporo a las clases bajas a la vida política argentina, sino una eficaz cooperativa electoral que cada tanto cambia su gerente.
Esta visión relega al lugar de sicarios a los militantes peronistas, que cumplen con fervor los mandatos de su caudillo en pos de favores económicos futuros.
Se toman algunas muestras como ejemplo de que así es todo y el bombardeo mediático hace el resto. Todos los peronismos terminan siendo iguales.
Ese es el estereotipo que los medios lograron establecer, igualando al militante con el mercenario.
¿Es esta una verdad?
¿Somos mercenarios?
Hagamos una distinción, participar en política conlleva un objetivo individual. Sin duda que muchos de los que actúan en política lo hacen por el solo hecho de conseguir una retribución económica. En lo que a mi respecta, cuando hablo del militante, hablo de aquel que participa en política porque cree que es el lugar desde donde se motorizan los cambios sociales y su objetivo es ser un sujeto activo de la transformación, mas allá del dinero. Es la diferencia entre un creyente o convencido y un mercenario. El creyente tiene ideología, el mercenario no.
Biolcatti, Alemann, Carrió, Nestor y Cristina son creyentes. Macri, De Narvaez, Sola y Cobos, son mercenarios, por citar algunos ejemplos.
Dejemos los militantes de la antipatria y ocupémonos de los nuestros.
¿Si no buscamos el lucro como objetivo y no seguimos obnubilados a un caudillo, en pos de que trabajamos y nos esforzamos todos aquellos que nos decimos militantes del campo nacional y popular?
Creo que todo se puede resumir en un solo objetivo, luchar por elevar la condición humana de los más necesitados. Entender que el único sujeto del peronismo son los humildes y todos los esfuerzos y la lucha política debe encauzarse en esa dirección, todo lo demás esta de relleno.
Esta es a mi entender una verdad que cruza las barreras generacionales de todos aquellos que nos identificamos con la causa popular e inclusive trasciende al propio peronismo, reconociéndose en otras expresiones populares como el Irigoyenismo, por ejemplo. Si uno ha seguido esa premisa en cualquier momento de la historia que le ha tocado actuar, ha sido consecuente con el legado del General y de Eva.
¿Existe alguna otra? Seguramente si, pero no creo que ninguna divida tan evidentemente las aguas de la patria y la antipatria.
Al igual que Néstor y Cristina, no soy kirchnerista, soy peronista.
Apoyo este modelo y esta gestión no porque Néstor sea carismático o porque Cristina esta buenísima (además de ser inteligente, por supuesto), los apoyo y trabajo para que ganen porque sus acciones y las de este gobierno elevan el nivel de vida de los más humildes de esta tierra.
Por supuesto que todavía hay cosas que me avergüenzan, cada vez que veo a una familia en un carro juntando basura se me parte el alma de impotencia. Pero también se que nada se logra de inmediato y si algún día la pobreza desaparece de esta tierra, será porque se fue tenaz y paciente en el camino que se esta recorriendo.
Esto es lo verdaderamente importante de este modelo, más allá de los encendidos discursos y los cuidados actos por TV.
Evita decía que ella hacia todo por sus “cabecitas negras”, definición impecable de militancia peronista.